Intelhorce fue un producto de la dictadura de Franco, que trató de fomentar la industria por medio de los llamados "polos industriales" y de los "planes de desarrollo". En el caso de Málaga, durante la década de los sesenta se implantaron una serie de fábricas que, durante unos años, alimentaron el espejismo de una Málaga industrial.
Fábricas que, además de producir tejidos de algodón (Intelhorce), abonos nitrogenados (Amoniaco Español) o aparatos telefónicos (Citesa), generaron una nueva clase obrera que, actuando desde dentro del sindicalismo vertical franquista, pero burlando sus controles, llegó a constituir la base de un nuevo movimiento obrero, inédito desde el final de la Guerra Civil española.
Hoy, la economía malagueña sigue dependiendo básicamente del Turismo y la Construcción, y nuestra industria se reduce a unos "polígonos industriales" lamentablemente abandonados por las Administraciones, algunos establecimientos testimoniales y a las empresas instaladas en el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA). El "sueño eterno" de la Málaga industrial, sigue sin terminar de cumplirse.
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