jueves, 23 de agosto de 2007

Recordando la Málaga industrial del desarrollismo franquista

Leo en la prensa de hoy que la Guardia Civil paraliza las labores de desmantelamiento de Intelhorce (la otrora emblemática fábrica textil malagueña) por falta de medidas de seguridad.

Esta noticia me ha hecho recordar que Málaga fue, una vez, una ciudad industrial. De hecho, a mediados del siglo XIX fue de las primeras ciudades industriales en España, como ha estudiado el Dr. García Montoro , por el impulso de una burguesía emprendedora y el esfuerzo de una clase obrera que se hacinaba en "corralones" y más que trabajar, vivían en la fábrica. Un acercamiento a la sociedad malagueña de estos años, desde la aristocracia a las clases populares, en la espléndida obra de la Dra. Amparo Quiles, Málaga y sus gentes en el siglo XIX.

El final de siglo supuso también el inicio del declive del sector secundario, en favor de un incipiente sector servicios, materializado, a partir de mediados del siglo XX en la explosión del Turismo y la Construcción como motores económicos de toda la provincia.

Intelhorce fue un producto de la dictadura de Franco, que trató de fomentar la industria por medio de los llamados "polos industriales" y de los "planes de desarrollo". En el caso de Málaga, durante la década de los sesenta se implantaron una serie de fábricas que, durante unos años, alimentaron el espejismo de una Málaga industrial.

Fábricas que, además de producir tejidos de algodón (Intelhorce), abonos nitrogenados (Amoniaco Español) o aparatos telefónicos (Citesa), generaron una nueva clase obrera que, actuando desde dentro del sindicalismo vertical franquista, pero burlando sus controles, llegó a constituir la base de un nuevo movimiento obrero, inédito desde el final de la Guerra Civil española.

Hoy, la economía malagueña sigue dependiendo básicamente del Turismo y la Construcción, y nuestra industria se reduce a unos "polígonos industriales" lamentablemente abandonados por las Administraciones, algunos establecimientos testimoniales y a las empresas instaladas en el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA). El "sueño eterno" de la Málaga industrial, sigue sin terminar de cumplirse.

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